Supongo que a ningun@ de l@s "aquí presentes" os sorprenderá que os diga que la miel es una de las mejores opciones naturales a la hora de beneficiarnos de sus propiedades alimenticias, a la par que también nos aporta interesantes cualidades curativas y diferentes propiedades medicinales, preventivas y protectoras.
Un claro ejemplo es ese vaso de miel y limón que nos preparaban nuestras abuelas cuando nos dolia la garganta, o ese otro vaso de leche con miel para dormir como un bebé
¿Pero y si os digo que además la miel nos ayuda a curar heridas?
Desde hace más de 5.000 años la miel ha sido uno de los productos naturales más usados en la medicina natural por su capacidad de reducir las inflamaciones y prevenir los ataques de agentes infecciosos en heridas, quemaduras y úlceras.
Vamos, que lo que os voy a contar hoy no es nada "nuevo", y seguro que al finalizar de leer este artículo la miel va a ser un elemento indispensable en vuestro botiquín natural,
Como bien sabéis la miel es un producto natural elaborado por las abejas a partir del néctar de las flores.
Su composición está formada mayoritariamente por hidratos de carbono, glucosa y sacarosa, pero también posee proteínas, fósforo, magnesio, calcio, hierro, sodio, potasio, lípidos, ácido ascórbico, tiamina, riboflavina, pirodixina y ácido nicotínico. Lo sé, hay algunas palabrejas un tanto rarunas, pero todas ellas son beneficiosas para nuestra salud.
A la par, puede tener restos de enzimas, polen u otras sustancias vegetales, siempre y cuando hablemos de miel natural.
Cuando las abejas producen la miel en esos panales tan vistosos y atractivos, añaden además al néctar de las flores, una enzima llamada glucosa oxidasa, la cual cuando aplicamos miel sobre una herida produce, a nivel local, una liberación lenta de peróxido de hidrógeno, que se encargará de no dañar los tejidos adyacentes y favorecer a su vez la cicatrización. Además el hecho de que la miel contenga peróxido de hidrógeno, la convierte en un potente antioxidante, previniendo así la formación de radicales libres, lo cual hace que también posea propiedades antiinflamatorias e inmunitarias a nivel local.
La acidez de la miel, juntamente con sus muchos azúcares, proporcionan un entorno y unos nutrientes imprescindibles para acelerar la cicatrización. Para que me entendáis, al "acidificarse" la herida con miel de manera local, ésta permite contrarrestar los efectos del amoníaco derivado de las acciones bacterianas, a la vez que, favorece el aporte de oxígeno transportado por la hemoglobina, y previene que se produzca colágeno de un modo excesivo (ya que esto evita un correcto desarrollo de las cicatrices).
El hecho de que la miel esté considerada como una solución altamente saturada de azúcares, tal y com os acabo de comentar, también hace que contenga un alto nivel de osmolalidad (concentración molecular). Tranquil@s que aunque la palabreja suene rara es algo bueno, ya que gracias a eso, cuando la miel entra en contacto con los microbios, absorbe el agua de sus células logrando con ello destruirlos, y permitiendo a su vez, que se cree en la herida un ambiente húmedo que favorecerá la formación de tejido de granulación e inhibirá el crecimiento y proliferación de bacterias.
Como bien sabemos, el agua es el principio básico para sostener cualquier tipo de vida, incluida la microbiana, por lo que la miel nos asegurará que nada malo vuelva a crecer en esa zona. Podríamos decir, y para que me entendáis un poco más, después de este rollo que os he soltado, que purifica la zona.
Así pues, y para no entrar en muchos más detalles y no bombardearos con palabrejas complicadas, podemos decir que la miel:
Acelera el cierre y sanación de las heridas pero sin exceso de cicatriz.
Ejerce una acción antibacteriana y antifúngica.
Estimula la inmunidad local.
Permite un mejor acceso del oxígeno en la herida.
Es analgésica (reduce el dolor).
Proporciona a las células, nutrientes para favorecer su regeneración.
Es antiinflamatoria.
Acidifica la herida y evita a su vez la acción microbiana.
Combate el mal olor de las heridas.
Todo esto está muy bien, pero seguro que os preguntaréis, ¿qué tipo de heridas podemos curar con la miel?
En quemaduras poco profundas, ya que gracias a sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias, reducirá el edema de la zona quemada y a la vez la protegerá de las infecciones locales, además de acelerar el proceso de cicatrización.
Úlceras por presión, llagas y pie diabético. En las úlceras que haya bacterias presentes y se note mal olor, la miel utilizará su efecto desodorizante y su propiedad antimicrobiana permitiendo la desaparición rápida de la bacteria que esté presente en la herida. Además de eliminar el exceso de exudado y favorecer la formación de tejido de granulación, (que es indispensable para que cicatrice de un modo correcto).
En el caso de que la herida presente tejido necrótico, la miel ayudará a eliminar el tejido muerto (aunque a veces es necesario eliminar el tejido muerto mediante cirugía).
Heridas por tratamientos oncológicos con citostáticos (que frenan la división celular). En este tipo de heridas la miel favorecerá la cicatrización, ayudará a rechazar el tejido muerto, y acelerará la sanación de las heridas, y todo ello sin temor de dañar los tejidos adyacentes.
Si os fijáis, todas esas heridas son heridas que tardan en sanar y son propensas a la infección, por lo que, podríamos decir la miel es una ideal aliada para todas aquellas heridas difíciles de sanar.
¿En qué personas podemos aplicar la miel?
Numerosos estudios abalan que la miel puede ser utilizada en cualquier persona sin importar la edad, excepto en menores de 12 meses, ya que pueden desarrollar botulismo.
¿Cómo realizar una cura con miel?
Es esencial limpiar bien la herida con suero fisiológico o en su defecto con agua y jabón, y secar la zona suavemente con una gasa (herida y tejidos adyacentes).
A continuación aplicaremos miel pura a temperatura ambiente (podéis ayudaros con una jeringa) en 2/3 de la herida, y taparlo con un apósito (gasas) que ayudarán a que se absorba el exudado (el líquido que vaya saliendo) que irá desprendiéndose de la herida.
¿Con qué frecuencia curaremos la herida?
Dependerá principalmente de la cantidad de exudado. Es decir, si se observa que dicha herida va desprendiendo mucho exudado, lo ideal es realizar la cura cada 12 horas, de lo contrario con que se cure cada 24 horas es suficiente, ya que la miel hará que poco a poco vaya saliendo ese exudado.
¿Cuándo es recomendable aplicar la miel?
En cualquier momento del proceso, pero lo más aconsejable es cuando empiece el tejido de granulación, ya que así facilitará la cicatrización.
En el caso que la herida presente infección, será necesario eliminar el tejido infectado.
Aunque todas las mieles tienen los poderes que antes os he citado, el tipo de miel más eficaz es la miel de manuka.
Esta miel posee un mayor potencial antibacteriano gracias a su elevado contenido en Unike mauka Factor, una sustancia vegetal que aumenta la capacidad terapéutica de la glucosa oxidasa que os comentaba al principo, haciendo que dicha miel sea más efectiva que las demás. (Os hablaré en breve de esta miel porque posee muuuuchos beneficios, y prefiero presentárosla como es debido).
En definitiva, podemos decir que la miel es muy beneficiosa para la curación de heridas independientemente de su localización.
Debemos también recordar que debe ser siempre miel pura (natural) y como siempre os digo, aunque sea un remedio totalmente natural e inofensivo a priori, lo más indicado siempre es consultarlo con un profesional sanitario.
Espero como siempre, que este post os sea de utilidad.
¡Un saludo maj@s!
