La emigración, ese acto en el que los valientes deciden cambiar su lugar de origen o residencia por un nuevo hogar, que en muchas ocasiones supone un cambio radical en muchos aspectos (cultural, idioma..), pero que, puede además, causar cambios en el individuo a nivel psicológico.
Dejar atrás a los seres queridos, amigos.. en definitiva, su vida, puede sumergirle en un espiral de tristeza por el apego a esa vida anterior, pero además, el hecho de desembarcar en un lugar nuevo, en el que la persona emigrante puede sufrir diferentes problemas de adaptación ya no solo por él mismo, sino por la convivencia y aceptación de esa nueva sociedad, también son una causa desencadenante de esos problemas psicológicos.
En el post Adapatarse a un nuevo hogar, me centré en hablaros de las fases que vive una persona cuando decide cambiar de hogar.
En esta ocasión, os voy a presentar algunos de los problemas psicológicos negativos más comunes de las personas emigrantes, como pueden ser: el Síndrome de Ulises, el sentimiento de rechazo o el de quedarse atrapado viviendo entre dos mundos (el lugar de origen y el nuevo hogar).
Síndrome de Ulises
Este es el síndrome más característico que puede padecer un emigrante. Suele surgir cuando las cosas no van como uno se esperaba antes de partir hacia ese nuevo hogar.
El hecho de no encontrar trabajo, la incomunicación, la dificultad en establecer relaciones sociales o permanecer en el anonimato, pueden hacer que el emigrante sienta que no ha logrado aquello que anhelaba encontrar en esa nueva etapa de su vida.
Esto, desencadena en el individuo, unos sentimientos negativos que pueden resumirse como, una desesperanza hacia esta nueva vida.
El conjunto de éstos es lo que se conoce como El síndrome de Ulises y se caracterizan por;
Tristeza: El emigrante siente nostalgia, un sentimiento de vacío y los miedos y preocupaciones provocan en él la idea de que es incapaz de tomar las riendas de la situación, por lo que dicho sufrimiento harán que progresivamente su autoestima se vea dañada.
Soledad: El hecho de haberse separado de sus seres queridos puede provocar que en los momentos más difíciles el emigrante se sienta aislado, no encuentre un lugar o una persona cercana que le brinde su apoyo. Todo ello, puede desencadenar a un sentimiento de vacío afectivo que le será difícil de soportar.
Culpabilidad: Puede que se sienta culpable por la nueva situación y pensar que las cosas las ha hecho mal. Sentirse culpable por haber abandonado a sus seres queridos. Sentirse el causante de su propio fracaso. Todo ello puede hacer que el emigrante se auto-recrimine su situación actual y aflore en él el arrepentimiento.
Desengaño: El individuo se percata que el lugar de destino es muy diferente a lo que esperaba, y que las ideas y esperanzas que había puesto en ese nuevo hogar, se ven frustradas, lo que hará nacer en él cierto resentimiento a ese nuevo hogar, que pueden sumergirle en un espiral de sentimientos negativos.
Sentimiento de Rechazo
Uno de los aspectos más importantes para un emigrante, además del que abarca el ámbito laboral, es el sentimiento de aceptación o rechazo de las personas que viven en su nuevo hogar.
Aunque hoy en día, la multicultura y la diversidad presente en muchos de los países y grandes ciudades de los mismos, nos hace pensar que no existe ningún tipo de rechazo hacia las personas emigrantes, cierto es que, aún existen prejuicios sobre los emigrantes.
Un desencadenante, por poneros algún ejemplo, es la competitividad laboral. Me explico. El emigrante muchas veces experimenta un rechazo fruto de esa excusa.
¿Quién no ha escuchado la frase "vienen aquí para robarnos nuestro trabajo"?
Pues bien, este tipo de factores hará que el emigrante experimente el rechazo por lo qué es, desencadenando en él, un sentimiento negativo que hará mella en su autoestima, e incluso, identidad.
A priori, el individuo buscará ser reconocido, aceptado, integrarse en el nuevo contexto en el que se encuentra, pero si una vez, tras otra, se ve ignorado o rechazado, esto hará que se hunda de nuevo y se sentirá como un ser anónimo, infravalorado por su condición de emigrante, e incluso, en situaciones extremas, le hará plantearse si merece existir.
Por ello, hay que tenes especial cuidado cuando se empiezan a sentir estos síntomas:
-Inseguridad, miedo, temor.
-Problemas de identidad.
-Ponerse a la defensiva.
-Tener una fuerte necesidad de ser reconocido incluso psicológicamente.
-Vivir intensamente las relaciones personales y ser intolerante al rechazo.
-Brotes obsesivos, de ansiedad, angustia y pánico.
-Dependencia.
Quedarse atrapado viviendo entre dos mundos
Esta sensación puede que florezca en el emigrante cuando vive entre su anterior estilo de vida y el nuevo. Es decir, no quiere renunciar a todo aquello que ha dejado atrás (familia, amigos) y lleva en sí una ancla que no le deja avanzar a pesar de vivir en un nuevo hogar.
Esto hará que el individuo, al no querer "elevar el ancla", le cueste dar el paso pleno hacia una integración plena, y se encuentre en un "limbo" o "en tierra de nadie", por lo que le hará sentirse que no pertenece a lo que dejó atrás, pero tampoco en este nuevo contexto.
Según los expertos, esto hará que pueda surgir en el emigrante dos sentimientos negativos:
Ansiedad, por estar aquí y allí. Es decir, el individuo decide estar psicológicamente unido a esos dos sitios, el que ha dejado atrás y lo nuevo. Por lo que esta situación le hará entrar en un estado de ansiedad y estrés, fruto de su lucha para no perder todo lo anterior y la lucha para sentirse integrado en ese nuevo hogar, que le hará sumergirse en un estilo de vida frenético para lograr el único objetivo, la integración.
Depresión, no estar ni aquí ni allí. La nostalgia invade al individuo, los recuerdos y su día a día en el nuevo hogar, hace que eche de menos todo lo que tenía en esa anterior vida. El emigrante se concentrará en anhelar todo lo perdido y no vivirá el presente. Esto hará que la persona se aísle y se encierre en sí mima, dejando de relacionarse con todo lo que le rodea.
Actitudes tales como el sentimiento de culpa, aislarse, tener una visión negativa de esta nueva vida y de todo lo que a ella atañe, no tener ganas ni fuerzas para vivir el momento, anclándose en el pasado y los reducerdos del mismo, pueden provocar al emigrante estos tipos de procesos psicológicos negativos que os he resumido de un modo breve.
El hecho de ser conscientes de todo ello es el primer paso para poder superar esta situación, pero si no se puede alcanzar su superación por métodos propios, no se debe de tirar la toalla ni avergonzarse en pedir ayuda.
Tenemos que pensar siempre que, de vida solo tenemos una, y que sea cual sea nuestra situación, y tal y como se dice en mi país, tenemos que "coger el toro por los cuernos" y luchar para seguir adelante en ese nuevo hogar.
Hoy hemos visto, los procesos psicológicos negativos que pueden surgir, pero claro está, también existen los positivos, los cuales, espero hablaros pronto en el blog.
Como siempre, espero que el post os sea de utilidad, y que tanto si sois o no emigrantes, os animéis a compatir vuestra opinión, vivencia, etc.
¡Un saludo maj@s!
El hecho de ser conscientes de todo ello es el primer paso para poder superar esta situación, pero si no se puede alcanzar su superación por métodos propios, no se debe de tirar la toalla ni avergonzarse en pedir ayuda.
Tenemos que pensar siempre que, de vida solo tenemos una, y que sea cual sea nuestra situación, y tal y como se dice en mi país, tenemos que "coger el toro por los cuernos" y luchar para seguir adelante en ese nuevo hogar.
Hoy hemos visto, los procesos psicológicos negativos que pueden surgir, pero claro está, también existen los positivos, los cuales, espero hablaros pronto en el blog.
Como siempre, espero que el post os sea de utilidad, y que tanto si sois o no emigrantes, os animéis a compatir vuestra opinión, vivencia, etc.
¡Un saludo maj@s!
